10/22/2006

El hombre invisible

Cuando salgo de trabajar coincide con la salida del colegio, y me entretengo mirando a los yogurines que van por la calle.

Hace tres o cuatro años hubo un momento en que me pareció que ellas me miraban cuando venían hacia mí, y me puse contento. Eso duró hasta que me di cuénta de que no me miraban a mí, sino que miraban a través de mí.

Lo que me queda es ser el hombre invisible.

3 comentarios:

A las 8:58 a. m. , Blogger . ha dicho...

Será que de tanto trabajar se ha vuelto Usted invisible a los ojos de los "yogurines".

Perfectos Saludos.

 
A las 8:59 a. m. , Blogger . ha dicho...

Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

 
A las 5:24 p. m. , Blogger JOHNNY INGLE ha dicho...

Hombre, Sr. Soltero de Oro, consuélese: esas niñas, con la estatura que tienen, probablemente le miran a la altura de la entrepierna. No debe de ser placer renunciable ese de que ojitos inocentes de yogurinas le atraviesen a uno la jaula de la víbora.
¿Eso se lo inventó usted o lo copió de algo? Porque si se lo inventó merece ser recordado y reconocido.
Es toda una creación literaria.
Si se esfuerza y deja de trabajar tanto, tal vez consiga desbancarnos, y todos los bloggers del mundo nos dedicaremos a dorarle la píldora. Se acostumbrará, ya verá lo que gusta que le doren a uno la píldora.
A mí también me encanta que las yogurinas miren a través de mi entrepierna. ¡Quién sabe lo que pueden ver esas niñas con sus miradas de rayos X!

 

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