11/07/2007

Una vida razonablemente feliz

Ayer, después de una larga vida dedicada a muchas y variadas ocupaciones, decidí jubilarme. Nuestra existencia es frágil y en cualquier momento puede quebrarse por el más insignificante accidente; por eso, escribo este breve relato con el propósito de dejar reflejado algunos aspectos interesantes de mi existencia y teniendo la certeza que su lectura será útil a muchas personas.

Siempre he llevado una vida ordenada, cómoda y predecible; incluso, quien no me conoce podría pensar que la abulía se ha apoderado de ella, pero imaginar tal cosa sería un error. Cuando aún era un niño, el viejo Porfirio Segundo Izquierdo me dió un consejo que ha sido la máxima que he seguido a lo largo de mi vida: "Antoñito, el negocio que no te permite levantarte a las 12 ni es negocio ni es ná". Entoces era un mocoso que apenas levantaba palmo y medio del suelo pero ya comenzaba a vislumbrar el sentido de la vida, eso me ha permitido ocupar mi tiempo en aquello que mejor se hacer: nada.

He dispuesto de unos ingresos considerables que, desde que yo recuerdo, he recibido puntualmente cada mes. Desconozco el motivo pero tampoco he hecho esfuerzo alguno en averiguar su razón y origen, creo que emplear mi tiempo en estos menesteres sólo es propio de seres débiles e inseguros, además de no conducir a nada de provecho; simplemente pienso que soy merecedor de esa riqueza porque estoy convencido de haber hecho algo que lo justifique. Acostumbro a decir a todo aquella persona que desea oirme (incluso a aquel que no quiere) que cada persona tiene en esta vida lo que se merece. Esto me ha ocasionado alguna que otra contrariedad pero lo he dado siempre por bien empleado porque sé que mis consejos habrán sido beneficiosos para ellos.

Durante mi existencia he procurado evitar, en lo posible, todo contacto humano; el simple roce con un cuerpo extraño me causaba desasosiego para terminar ocasionándome una profunda repugnancia a medida que me hacía mayor. Esto me llevó a renunciar a la esperanza de consumar el apareamiento. Cuando era un joven imberbe compartía la noche con una cuadrilla que inevitablemente terminaba en una casa de putas; para no verme en la obligación de iniciarme en aquel ambiente sórdido me excusaba dando motivos vanales del tipo: "lo haré cuando cuando conozca a una chica", "mañana tengo un examen", "tengo pendiente un balance", "el trabajo me tiene agotado" ...y así fuí hilvanado excusas a lo largo de mi vida. Pero, durante una época barrunté la forma de lograr la cópula sin verme expuesto al contacto corporal, así ideé un traje impermeable semejante a un gran condón que me cubría completamente salvo dos pequeños orificios a la altura de mi nariz y, evidentemente, mi nervudo miembro viril que cubría con el oportuno y más convencional preservativo. Lo aparatoso y esperpéntico del invento me llevó a abandonar la posibilidad de llevarlo a la práctica. Diariamente practico el sexo conmigo y por seguir el consejo de un facultativo llamado Hermógenes Carita Desanto que me dijo: "coño Antoñito, follar es bueno para la salud porque previenes problemas de próstata". Opino que masturbarme es casi como follar. Lo hago de manera distraída, con poca pasión y casi sin querer porque me horroriza el contacto de mi mano sudorosa con el miembro a pesar del profiláctico.

Como no podría ser de otra manera, soy una persona muy valorada y de gran predicamento en mi comunidad. Acostumbro a dar largos paseos al atardecer sin rumbo fijo y cuando veo a mis vecinos siempre tiene lugar el mismo ritual: los señores inclinan ligeremente su barbilla en señal de saludo y reconocimiento, las señoras me lanzan miradas lascivas incluso llegan a proponerme de maneras indecororosas a sus virginales hijas. Ha llegado a mis oidos que en sus tertulias me llaman "el soltero de oro", lo que produce en mí un gran goce.

Sin embargo, mi felicidad no ha podido ser plena porque durante toda mi vida he estado aquejado de diversas dolencias que fuí remediando con el consejo que me dió la bella María de la Salud Redondo Conejo, que un día me dijo:" Antoñito, tómate un "culito" de guisqui todas las noches y ya veras mi niño".

He evitado que surgiera en mí todo sentimiento de amor, deseo, afecto o simple apego a persona, animal o cosa por la certeza que en el amor está la fuente de la infelicidad. Si no amo no seré infeliz cuando desaparezca el amor.

Es posible que alguien piense que si me libro del mundo y me recluyo en mi yo pueda convertirme en un ser pasivo e indefenso, una especie de tonto fracasado o lerdo gorrino y que me limite a vagar por las calles sin rumbo fijo o a vegetar en la intimidad de mi hogar; pero ese no es el caso, todo lo contrario, me he convertido en un ser iluminado cuya inteligencia y comprensión están libres de todos los obstáculos. Con la perspectiva y serenidad que dan los años puedo decir que he tenido una vida razonablemente feliz.

11/05/2007

Farmacia


El sábado fui a la farmacia a eso de las tres de la tarde y cuando llegué había una chica nueva que estaba bastantte bien. Era guapa de cara y no estaba mal de cuerpo aunque yo creo que era un poco barriobajera. Total que entro y le digo "un frasco de supardyn al te verde y una crema hidratante de vichy para la cara". La tia me pone las vitaminas y cuando va hacia la alacena de las cremas dice "de mujer??" y digo yo " de mujer no, que es para mi".

Total que me trae las dos cosas y cuando me cobra me dedica una sonrisita de lo mas provocativo. Mira que yo para estas cosas no me entero de nada, pero esta vez si. Y que es lo que hice??, pues me fui con el rabo entre las piernas, nunca mejor dicho. Si llego a ser Rom me la hubiera tirado allí mismo sobre las aspirinas porque a esa hora no había nadie.

La próxima vez que vaya le voy a pedir con voz varonil "dame una caja de 24 condones puta" "Es que solo hay de doce", "bueno pues ya puesto dame tres cajas". Seguro que si lo hago me atiende la feucha que me toca siempre.